Cientos, si no miles de personas día a día hablan de la salud mental como si tuvieran una receta mágica banalizando no solo el sufrimiento de las personas sino también el ejercicio serio, responsable, ético y cuidadoso de las profesiones implicadas en el cuidado de la salud mental.

Títulos como: desintoxícate de tu ansiedad, resuelve tus traumas en una sola sesión, descubre el don detrás de la bipolaridad, usa hongos para mejorar tu conexión con el cosmos y deshazte de la depresión, son algunas de las “seductoras” introducciones que hacen gurús de moda, coaches y gente que no ha pasado en su vida por una facultad de medicina o psicología (u otras profesiones implicadas), que además no tienen más fundamentos que algunas creencias y las lecturas de otros gurús.

Se trata de pseudoterapias, que además de no dar ninguna garantía (porque si falla es tu culpa) no tienen ninguna responsabilidad ni fundamento científico. Basan su seductora oferta en la posibilidad de resolver todo muy rápidamente y claro, quien sufre quiere dejar de hacerlo y con rapidez (no hay duda). Sin embargo, los procesos de mejora, sanación o cura en términos de los problemas emocionales y de salud mental no son automáticos, ni veloces (ni siempre 100 % eficaces, lo sabemos y lo decimos porque tenemos la capacidad de autocrítica).

La eficacia de los tratamientos en salud mental no se mide en seguidores ni en likes, se mide en la mejora la de clínica de los pacientes, de su calidad y satisfacción con la vida.

Cada tratamiento de pseudoterapia que no funciona no queda en ello, sino que además se vuelve una solución intentada fallida que no solo no soluciona, sino que además agrava y extiende los problemas; a todas luces resulta iatrogénico.